jueves, 10 de mayo de 2012

Enseñanza para 13 de Mayo


Enseñanza para el 13 de Mayo del 2012
Tema: Un irreversible Juicio
Lectura Bíblica: San Mateo 3: 10
Vrs. Para memorizar: San Mateo 7:19

Juicio. Ejercicio del entendimiento en virtud del cual se puede discernir la realidad, inclusive el bien y el mal, y así formar una opinión en cuanto a la naturaleza real de alguna cosa o hecho, o el verdadero carácter moral de alguna persona.
Por lo general, cuando la Biblia habla de Juicio, se sabe por sentado que el juez es Dios. El juicio de Dios es, desde luego, infalible. Él juzga al mundo en dos dimensiones, la histórica y la escatológica.
La mayor parte de la enseñanza bíblica sobre el juicio, se refiere al futuro, o sea a la dimensión escatológica (He. 9:27). El juicio definitivo es el del gran trono blanco (Ap. 20:11-15). Este juicio establece la terrible y eterna diferencia entre el cielo y el infierno. Los que pasarán la eternidad en el infierno serán condenados por su propio pecado (Ro. 6:23). Los que van al cielo no van por sus propias buenas obras (Ef. 2:8-9), sino por su fe en Cristo, que es la base de la salvación y el corazón del evangelio.  
El mensaje de Dios no ha experimentado cambios desde el Antiguo Testamento: las personas serán juzgadas por sus vidas improductivas. Dios espera que seamos activos en nuestra obediencia. Juan Bautista compara a las personas que dicen creer en Dios y que no viven para Dios con “árboles improductivos” que serán talados. Para ser productivos debemos obedecer sus enseñanzas, resistir la tentación y predicar nuestra fe.

I.                   Necesaria limpieza para llevar fruto en abundancia.
Pureza o purificación. Término cuyo significado Bíblico original fue el de un acto o estado de limpieza ceremonial. Este se obtenía por lavamientos o rociamientos acompañados de ceremonias religiosas prescritas por la ley mosaica. En la enseñanza de los profetas el mero sentido ceremonial se transforma en sentido ético.
Nosotros los cristianos debemos purificarnos y lavarnos en agua que es la Palabra de Dios (Ef. 5: 26) pero de que tenemos que lavarnos o purificarnos, de la enseñanza de Satanás que hemos recibido (Gn. 3:11). Según el concepto divino aquí el agua se refiere a la vida de Dios, una vida que fluye, tipificada por una corriente (Ex.17:6; 1ª. Co. 10:4; Jn. 7: 38-39; Ap. 21:6; 22:1, 17) y cuando decimos que debemos resistir la tentación, sabemos que hay dos clases de tentaciones una es moral (Ex. 30: 18-21) y la otra es espiritual, si hablamos de esta última es la interpretación de la Palabra de Dios con nuestro propio entendimiento, que  es agradable a los ojos (Gn. 3: 6). Agradable porque interpretamos con las cosas visibles y tangibles.

    a).   Él asota si es necesario para arrancar el pecado Mt. 3:12.
 Aventador: Una herramienta de madera, en forma de pala dentada, que se usaba para arrojar el grano al viento después de trillarlo (Is. 30: 24;  Jer. 15:7). Al levantarse la brisa en el mes de junio, los campesinos llevaban su grano a la era y lo aventaban. Por extensión el verbo “aventar” adquirió un sentido escatológico y figurado para indicar el juicio de Dios (Ez. 5:11-12). Juan Bautista usó esta figura para ilustrar la obra de Cristo que vendría para separar a los buenos de los malos (Lc. 3:17).
Cuando estamos hablando del trigo (Mt. 13: 24-30) encontramos, que el trigo es el cristiano que tiene el testimonio del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y el granero es la Nueva Sión Celestial, donde estará el cristiano que conoce a Cristo en su magnitud y para esto tenemos que salir del conocimiento literal, al conocimiento espiritual de la Palabra de Dios  (2ª. Co. 6:17; Ap. 18: 4-5).

    b).   El juicio que aguardan los que no son salvos Jn. 15:6
La palabra “permanecer” significa quedarse o persistir. El hecho de permanecer constituye una evidencia de que la salvación ya ha tenido lugar (1ª. Jn. 2:19), el fruto o la evidencia de la salvación es la permanencia y la continuidad en el servicio a Él y en su enseñanza (Jn. 8:31; 1ª. Jn. 2:24).
Qué entendemos cuando la Palabra de Dios nos dice “El que en mí no permanece”, ese mí es Cristo, y Cristo es revelación (Jn. 4:25) y “permanecer” es quedarse en la enseñanza de Jesús y Él siempre habló las cosas espirituales y no las cosas de esta tierra porque son temporales y pasajeros, el creyente que permanece en Jesús es el creyente legítimo que lleva fruto de conocimiento de la Palabra de Dios interpretada por el Espíritu Santo, por lo tanto debemos quedarnos en esta enseñanza y si no lo hacemos corremos el riesgo de ser echados o cortados porque Dios es benigno y también severo (Ro. 11:22).   
                      

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