El
Pastor……….
Lectura Bíblica San Juan 10: 1 -
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Pastor (en hebreo, ra´ah;
en griego, pimén). Encargado de atender y cuidar ovejas, o en sentido
figurado, que atiende, cuida, acompaña y se asocia como un amigo a otras
personas.
A diferencia de los pastores de
occidente que conducen a las ovejas poniéndose al lado o detrás y por regla
general valiéndose de perros ovejeros, los pastores del Cercano Oriente van
delante de sus rebaños y los dirigen llamándolos con su voz para avanzar.
Esto traza una notable
ilustración de la relación entre el maestro y el discípulo. El liderazgo
espiritual del Nuevo Testamento siempre ejerce mediante el ejemplo, un llamado
a imitar la conducta.
El pastor de ovejas se menciona
por primera vez en Gn. 4:2, y el oficio ha continuado en muchas culturas hasta
hoy. Las ovejas necesitan constante vigilancia y protección. Deben dormir en un
corral cerrado, llamado redil (Jn. 10:1) y de día el pastor debe llevarlas al campo en busca de pasto y agua (Sal.
23:1-2; Ez. 34:14). Como son poco agresivas (Is. 53:7) e indefensas (Mi. 5:8),
el pastor tiene que defenderlas de las fieras (1 S. 17:34-35), protegerlas del
mal tiempo, buscar a las descarriadas y sanar a las enfermas (Ez. 34:4). Sin
pastor, las ovejas generalmente perecen (Nm. 27:17).
Obviamente el cuadro del pastor
con su rebaño se prestaba para el uso figurado, puesto que la Biblia en parte procede de
una cultura rural, pastoril y campestre. En este sentido Dios es por excelencia
el “Pastor de Israel” (Sal. 80:1; Sal. 23:1; Jer. 31:10). Durante su
ministerio, Jesús cumple esta tarea (Mr. 6:34) y sobre todo en su muerte
vicaria (Jn. 10:11) que lo distingue de ladrones y salteadores (Jn. 10:1, 8) y
del asalariado despreocupado (Jn. 10: 12-13). Por tanto, Jesucristo sigue
siendo “el Pastor de…..almas” de los cristianos (1 P. 2: 25), “el gran pastor”
(He. 13:20) y “el Príncipe de los pastores” (1 P. 5: 4).
En el Antiguo Testamento, también
a los reyes, gobernadores y líderes religiosos de Israel se les consideraban
pastores que se responsabilizaban por el bienestar de su pueblo. Los profetas
en muchas ocasiones censuraron a los tales por su falta de cumplimiento (Jer.
2:8; 25:34-36; 50:6; Ez. 33: 2-10; Zac. 13:7), pero dos al menos recibieron
encomios: Moisés (Is. 63:11) y el pagano Ciro ejecutor de las decisiones de
Dios (Is. 44: 28). Sobresale la esperanza del pastor que vendrá el fin de los
tiempos para apacentar a su pueblo, reemplazando a aquellos que se mostraron
infieles a su llamado (Is. 40:10-11; Jer. 23:1-4; Ez. 34:2-11; Mi. 4: 6-7). Sin
duda esto se cumple en Jesucristo (Mt. 25: 31-32; Jn. 10; Ap. 7:17).
El Nuevo Testamento menciona una
sola vez al pastor en sentido literal y fuera de las parábolas (Lc. 2: 8-10).
Su mención responde a los propósitos teológicos de Lucas, quien resalta la
preocupación de Dios por los desamparados y olvidados de la sociedad.
Es característico de las iglesias
protestantes el llamar “pastor” a sus ministros e incluso algunos católicos lo
hacen así. Dios proporciona a su pueblo hombres con los dones necesarios para
apacentar el rebaño de sus hijos, según la promesa de Jer. 3:15: “Os daré
pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia”.
En el Nuevo Testamento la palabra pastor se usa una sola vez (Ef. 4:11), para
señalar al ministro de una congregación, pero la palabra “apacentar” comunica
el mismo concepto, pues es sinónimo de “pastorear” (Jn. 21:15-17; Hch. 20:28;
1P.5:2-4).
De acuerdo con el uso
neotestamentario del término pastor, este tiene la misma función en la iglesia que
el anciano (es decir, presbítero) o el obispo. Las tres palabras se refieren a
un mismo ministerio. Sin embargo, hay algunas iglesias que hacen distinción
entre cada uno de estos términos con el propósito de establecer diferencias
particulares en lo administrativo.
Vamos a ver un poco más
profundamente este pasaje y encontramos la palabra redil y sabemos que es
literalmente esta palabra: un corral donde las ovejas están seguras, pero el
redil representa la ley, o el judaísmo como religión de la ley, en la cual el
pueblo escogido de Dios fue preservado y guardado bajo custodia hasta que vino
Cristo. (Gá. 3:23-26).
Surge también la pregunta
¿Quiénes son los ladrones y salteadores? Y respuesta no se deja esperar y
decimos que es el diablo o Satanás, pero no es así: los ladrones y salteadores
representan a aquellos que entraron al judaísmo, pero no por medio de Cristo. (Mt.
23:4).
Cristo es la puerta, no solo para
que los elegidos de Dios entren y estén bajo la custodia de la ley, tal como lo
hicieron Moisés, David, Isaías y Jeremías en los tiempos del Antiguo
Testamento, antes que viniera Cristo, sino también para que los escogidos de
Dios, como por ejemplo Pedro, Juan, Jacobo y Pablo, salieran del redil de la
ley ahora que Cristo había venido. Aquí, pues, el Señor indica que Él es la
puerta (Jn. 10:9) por lo cual no solamente los elegidos de
Dios pueden entrar, sino también por lo cual los elegidos de Dios pueden salir.
Aquí los pastos representan a
Cristo como el lugar donde se alimentan las ovejas. Cuando los pastos
no están disponibles (como por ejemplo en el invierno o en la noche), las
ovejas deben mantenerse en el redil. Una vez que los pastos están disponibles,
no hay necesidad de que las ovejas permanezcan en el redil. Ser
mantenidos en el redil es algo temporal y transitorio. Disfrutar las riquezas
de los pastos es definitivo y permanente. Antes de la venida de Cristo, la ley
era nuestra custodia, y estar bajo la ley era transitorio. Ahora que Cristo ha
venido, todos los escogidos de Dios deben salir de la ley y entrar en Él para
disfrutarle como su pasto (Gá.3:23-25;
4:3-5). Esto debe ser definitivo y permanente.
Los líderes judíos por no tener
esta revelación, consideraban la ley, sobre la cual se basaba el judaísmo, como
algo permanente. Como resultado, se desviaron de Cristo y no pudieron
participar de Cristo como su pasto (Jn. 6:32-35).
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