jueves, 14 de junio de 2012

El Pastor


El  Pastor……….

Lectura Bíblica San Juan 10: 1 -  6

 Pastor (en hebreo, ra´ah; en griego, pimén). Encargado de atender y cuidar ovejas, o en sentido figurado, que atiende, cuida, acompaña y se asocia como un amigo a otras personas.
A diferencia de los pastores de occidente que conducen a las ovejas poniéndose al lado o detrás y por regla general valiéndose de perros ovejeros, los pastores del Cercano Oriente van delante de sus rebaños y los dirigen llamándolos con su voz para avanzar.
Esto traza una notable ilustración de la relación entre el maestro y el discípulo. El liderazgo espiritual del Nuevo Testamento siempre ejerce mediante el ejemplo, un llamado a imitar la conducta.
El pastor de ovejas se menciona por primera vez en Gn. 4:2, y el oficio ha continuado en muchas culturas hasta hoy. Las ovejas necesitan constante vigilancia y protección. Deben dormir en un corral cerrado, llamado redil (Jn. 10:1) y de día el pastor debe llevarlas  al campo en busca de pasto y agua (Sal. 23:1-2; Ez. 34:14). Como son poco agresivas (Is. 53:7) e indefensas (Mi. 5:8), el pastor tiene que defenderlas de las fieras (1 S. 17:34-35), protegerlas del mal tiempo, buscar a las descarriadas y sanar a las enfermas (Ez. 34:4). Sin pastor, las ovejas generalmente perecen (Nm. 27:17).
Obviamente el cuadro del pastor con su rebaño se prestaba para el uso figurado, puesto que la Biblia en parte procede de una cultura rural, pastoril y campestre. En este sentido Dios es por excelencia el “Pastor de Israel” (Sal. 80:1; Sal. 23:1; Jer. 31:10). Durante su ministerio, Jesús cumple esta tarea (Mr. 6:34) y sobre todo en su muerte vicaria (Jn. 10:11) que lo distingue de ladrones y salteadores (Jn. 10:1, 8) y del asalariado despreocupado (Jn. 10: 12-13). Por tanto, Jesucristo sigue siendo “el Pastor de…..almas” de los cristianos (1 P. 2: 25), “el gran pastor” (He. 13:20) y “el Príncipe de los pastores” (1 P. 5: 4).
En el Antiguo Testamento, también a los reyes, gobernadores y líderes religiosos de Israel se les consideraban pastores que se responsabilizaban por el bienestar de su pueblo. Los profetas en muchas ocasiones censuraron a los tales por su falta de cumplimiento (Jer. 2:8; 25:34-36; 50:6; Ez. 33: 2-10; Zac. 13:7), pero dos al menos recibieron encomios: Moisés (Is. 63:11) y el pagano Ciro ejecutor de las decisiones de Dios (Is. 44: 28). Sobresale la esperanza del pastor que vendrá el fin de los tiempos para apacentar a su pueblo, reemplazando a aquellos que se mostraron infieles a su llamado (Is. 40:10-11; Jer. 23:1-4; Ez. 34:2-11; Mi. 4: 6-7). Sin duda esto se cumple en Jesucristo (Mt. 25: 31-32; Jn. 10; Ap. 7:17).
El Nuevo Testamento menciona una sola vez al pastor en sentido literal y fuera de las parábolas (Lc. 2: 8-10). Su mención responde a los propósitos teológicos de Lucas, quien resalta la preocupación de Dios por los desamparados y olvidados de la sociedad.
Es característico de las iglesias protestantes el llamar “pastor” a sus ministros e incluso algunos católicos lo hacen así. Dios proporciona a su pueblo hombres con los dones necesarios para apacentar el rebaño de sus hijos, según la promesa de Jer. 3:15: “Os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia”. En el Nuevo Testamento la palabra pastor se usa una sola vez (Ef. 4:11), para señalar al ministro de una congregación, pero la palabra “apacentar” comunica el mismo concepto, pues es sinónimo de “pastorear” (Jn. 21:15-17; Hch. 20:28; 1P.5:2-4).
De acuerdo con el uso neotestamentario del término pastor, este tiene la misma función en la iglesia que el anciano (es decir, presbítero) o el obispo. Las tres palabras se refieren a un mismo ministerio. Sin embargo, hay algunas iglesias que hacen distinción entre cada uno de estos términos con el propósito de establecer diferencias particulares en lo administrativo.
Vamos a ver un poco más profundamente este pasaje y encontramos la palabra redil y sabemos que es literalmente esta palabra: un corral donde las ovejas están seguras, pero el redil representa la ley, o el judaísmo como religión de la ley, en la cual el pueblo escogido de Dios fue preservado y guardado bajo custodia hasta que vino Cristo. (Gá. 3:23-26).
Surge también la pregunta ¿Quiénes son los ladrones y salteadores? Y respuesta no se deja esperar y decimos que es el diablo o Satanás, pero no es así: los ladrones y salteadores representan a aquellos que entraron al judaísmo, pero no por medio de Cristo. (Mt. 23:4).
Cristo es la puerta, no solo para que los elegidos de Dios entren y estén bajo la custodia de la ley, tal como lo hicieron Moisés, David, Isaías y Jeremías en los tiempos del Antiguo Testamento, antes que viniera Cristo, sino también para que los escogidos de Dios, como por ejemplo Pedro, Juan, Jacobo y Pablo, salieran del redil de la ley ahora que Cristo había venido. Aquí, pues, el Señor indica que Él es la puerta (Jn. 10:9) por lo cual no solamente los elegidos de Dios pueden entrar, sino también por lo cual los elegidos de Dios pueden salir.
Aquí los pastos representan a Cristo como el lugar donde se alimentan las ovejas. Cuando los pastos no están disponibles (como por ejemplo en el invierno o en la noche), las ovejas deben mantenerse en el redil. Una vez que los pastos están disponibles, no hay necesidad de que las ovejas permanezcan en el redil. Ser mantenidos en el redil es algo temporal y transitorio. Disfrutar las riquezas de los pastos es definitivo y permanente. Antes de la venida de Cristo, la ley era nuestra custodia, y estar bajo la ley era transitorio. Ahora que Cristo ha venido, todos los escogidos de Dios deben salir de la ley y entrar en Él para disfrutarle como su pasto (Gá.3:23-25;  4:3-5). Esto debe ser definitivo y permanente.
Los líderes judíos por no tener esta revelación, consideraban la ley, sobre la cual se basaba el judaísmo, como algo permanente. Como resultado, se desviaron de Cristo y no pudieron participar de Cristo como su pasto (Jn. 6:32-35).
   
          


No hay comentarios:

Publicar un comentario